Miren a  Rodrigo… plácido y feliz. ¡Y cómo no iba a estarlo! Antes de empezar  la sesión, este pequeño pero exigente modelo, se tomó su tiempo. Primero, pidió un biberón y luego, otro más. Enseguida, quiso estar un rato en brazos de papá y después, cuando le cambiamos el pañal, se quedó tan a gusto y dispuesto a posar. En nuestra mantita amorosa, se durmió profundamente.

A partir de ahí, juntos, modelo y fotógrafa, hicimos auténticas maravillas. Con sus dieciocho días, posó con todos los decorados del estudio y además, estrenó este adorable gorrito de botones.

 

 

Una preciosidad que agradecemos en especial a los padres de Rodrigo y, por supuesto, a nuestra ilustre tejedora (¡gracias, mamá!)